Capítulo 7 : Roar (Rugir)

El sonido de la alarma de su celular la despertó, estiró la mano sin abrir los ojos para cogerlo de encima de la mesita de noche.  Cuando lo tuvo entre sus manos, abrió los ojos eran las 4:30 de la mañana, todavía estaba oscuro pero salió de la cama sin problema. 

Hace varias noches que no había dormido tan bien, sin pesadillas ni sueños perturbadores.  

Entró al baño se lavó la cara y se recogió el cabello en una cola alta, se puso su ropa de ejercicios, tomó su Ipod, su teléfono, las llaves y salió hacia el gimnasio, que estaba a solo un par de cuadras, así que fue caminando, cuando llegó el administrador  ya la estaba esperando.

•           Hola Beatriz

•           Buenos días David, qué tal tu fin de semana? – se acerca y le da un beso en la mejilla-

•           En casa – le contestó mientras habría el lugar_

•           Cómo están Elsa y la pequeña?

•           Elsa recuperándose y Leo perfecta – una gran sonrisa llenaba toda su cara-

•           Dales un beso de mi parte – decía mientras entraban por la recepción-

•           Así lo haré, gracias.

Se sonrieron, y David se dirigió a limpiar la sala de pesas mientras Beatriz subía las escaleras a la sala de aeróbicos; corrió la puerta y la cerró detrás de ella, se acercó al reproductor y lo encendió, conectó su Ipod, buscó la secuencia que quería reproducir  y caminó hasta el centro de la sala mientras empezaban a sonar las primeras notas de su selección.  

Se vio reflejada en los espejos que iban del suelo al techo y rodeaban todo el lugar, cerró los ojos y dejó que la música invadiera cada centímetro de su ser mientras su cuerpo tomaba vida propia moviéndose al ritmo de cada nota. 

Una hora después salía del gimnasio sintiendo que podía hacer frente a todo lo que se le pusiera en su camino.

Llegó al departamento y fue directo a levantar a Sasha y Alex para que se prepararan para ir al colegio mientras ella hacía el desayuno, era “LUNES DE TOSTADAS FRANCESAS”. 

Una vez que los chicos se fueron al colegio, dejó todo limpio en la cocina, sabía que en pocos minutos llegaría Tita pero le gustaba ayudarla en lo que podía, y fue a darse un baño. 

 Mientras salía de la ducha decidió que hoy sería un gran día y que lo quería disfrutar al máximo, así que se arregló con mucho esmero, pues quería verse y sentirse especial.

De camino a la oficina sonó su celular, lo sacó de la cartera y miró en la pantalla que era Jullissa, contestó mientras iba caminando.

•           Julls

•           Bi, cómo sigues??

•           Mucho mejor, ya casi no tengo malestar.

•           Acabo de enviarte el mail prometido.

•           Pensé que te habías olvidado – le dijo con tono de reproche –

•           Cómo crees, es que – se quedó en silencio un instante- estuve ocupada- con tono de picardía-

•           Me imagino - mientras sonreía-

•           Me voy a poner celosa – en tono amenazante –

•           No deberías, tu sabes que eres la única en mi corazón…  - ambas sueltan una carcajada al mismo tiempo-

•           Bueno querida, te dejó – le dice Julls- ya voy tarde al trabajo

•           Ok Julls, cuídate y estamos en contacto –mientras mueve la cabeza a un lado y al otro-

•           Un beso

•           Otro para ti

Cuando terminó de hablar con su amiga, ya estaba a una cuadra de la oficina, pero de todas 

maneras conectó los audífonos a su iphone y buscó la canción de Katy Perry - Roar

Y siguió caminando disfrutando de la letra. Iba tarareando la letra y sintiéndose una campeona mientras entraba en el edificio donde trabajaba.  

Mientras esperaba el ascensor , estaba tan concentrada en la canción que no se percató que no estaba sola.  Subió al ascensor y cuando iba a pulsar el botón del sexto piso, tropezó con la mano de un hombre que  lo hizo antes que ella.  

Al levantar su mirada para ver quien era, se encontró con un par de ojos azules como el hielo que contrastaban con el rostro de facciones finas y perfectas de ese caballero que le brindó una sonrisa mostrando su blanca dentadura, a modo de disculpa.   Beatriz le devolvió una fina sonrisa e inclino su cabeza en señal de aceptación, sin dejar de escuchar la canción, mientras admiraba a su compañero de ascensor.  

Era un hombre de unos cuarenta y tantos, los hilos de plata que se empezaban a asomar en el inicio de sus sienes le daban un atractivo arrebatador, sin contar el cuerpo en perfecto estado que debía tener debajo del traje oscuro a medida, una camisa blanca impecable y una fina corbata a juego con el terno, podía apostar que si tocaba su vientre podría sentir un six pack muy bien definido que cualquier treintañero envidiaría.

El timbre del ascensor la sorprendió mirándolo sin una gota de discreción, mientras el caballero seguía viéndola a los ojos con la misma sonrisa arrebatadora.  Ella bajó la mirada y sintió como su cara se encendió de la verguenza, la había pillado in fragantti.

Cuando salió del ascensor hacia la puerta de su oficina, sintió como el encantador caballero la seguía, conservando sus distancias.  Al sacar las llaves para abrir la puerta sus manos se enredaron con el cable de los audifónos y estos se cayeron de sus orejas, este hombre la estaba poniendo nerviosa, sentía su mirada clavada en su espalda.

Abrió la puerta y entró rápidamente para desactivar la alarma, el caballero la siguió al interior y cuando ella se giró para dirigirse al counter de recepción se encontró a escasos milímetros de esos ojos que parecía que le desnudaban el alma, no pudo evitar retener el aire mientras se miraban sin decir palabra y sentía como empezaba a subir la temperatura del lugar y el ambiente se volvía pesado y hasta cierto punto meloso...