Otra vez estaba en ese lugar frío y oscuro, aquel lugar que ya
era tan familiar pero que seguía provocándome ese dolor en el pecho. De
pronto siento esos brazos fuertes que me rodean desde la espalda y me abrazan
con fuerza, siento el calor que emana de ellos y como sus manos empiezan a
acariciarme de una forma lenta y torturadora desde debajo de mi busto, bajan por mi estómago, me
recorren la cintura y se quedan alrededor de mis caderas apretándolas como si
quisieran quedarse tatuadas en ellas, una sensación cálida empieza a invadir mi
cuerpo naciendo desde el lugar en que siento sus manos, subiendo por mi
estómago y llenando ese vacío que causa tanto dolor en mi pecho. Mi respiración se empieza acelerar y siento que
el calor llega hasta mi cara, hace que toda mi piel se erice y que mis piernas
tiemblen……
****
Beatriz se despierta con esa
sensación que hace más de 6 meses no la
había sentido, a pesar de que recién está amaneciendo siente que su cuerpo
arde, realmente se siente excitada….
Dios mío, otra vez esos brazos y esas manos, por qué despiertan tantas sensaciones en mí, realmente no lo entiendo – poniendo su mano en el centro de su pecho -
Dios mío, otra vez esos brazos y esas manos, por qué despiertan tantas sensaciones en mí, realmente no lo entiendo – poniendo su mano en el centro de su pecho -
Se levanta de la cama, se toma
sus pastillas y se encamina a la ducha, necesita sacarse esa calentura con un
buen baño, abre la llave de agua, espera que el agua esté a la temperatura correcta y se mete debajo
del chorro mientras es más consiente de la sensación que esos brazos le
habían provocado. Se restriega el cuerpo con fuerza como si de
esa forma la sensación pudiera salir de su piel e irse con el agua por la
coladera.
Sale de la ducha envuelta en una
toalla, se seca con la misma intensidad, siente como si estuviera engañando a
Esteban, se pone un pantalón de algodón y una camiseta deportiva.
Sale a la cocina, necesita un café de manera
urgente, pero una vez ahí, se decide por un plato de granola con yogurt. Mientras desayuna, repasa todo lo que tiene
que hacer; poner a lavar la ropa, limpiar el departamento y hacer una rica
comida para recibir a sus hijos que llegarán del viaje por la noche.
Una vez que terminó todas las
tareas de ama de casa, se sentó a disfrutar de un café, mientras veía, por la
ventana de la sala, el cielo azul de Quito que acompañaba al colosal Cotopaxi y
recordaba estos casi 7 meses sin el hombre de su vida.
Todo el dolor
que sintió cuando recibió la noticia del asesinato de Esteban, la rabia contra
aquel criminal que lo mató por robarle un puto celular y con su esposo por
haber puesto resistencia. Los días que siguieron
estaban borrosos en su memoria, recordaba la llegada de sus padres y sus
hermanos para estar con ella.
No pudo
volver a entrar en la casa que compartieron los últimos 10 años, ni dormir en
aquella cama, tuvo que irse a un hotel.
Después recordaba el funeral y la
mano de Jullissa siempre tomando la suya, ella fue quien se encargó de decir
unas palabras en su nombre y de organizar que sonara la canción que ella había
escogido para despedirse de su gran y único amor, y también la acompañó a
esparcir sus cenizas en la playa, esa playa que había sido testigo mudo de
tantas citas, de tantas expresiones del amor entre ellos.
El vínculo que tenía con ella era algo
especial, no se conocían desde hace mucho tiempo, pero se habían vuelto
confidentes y como no tenía familia en
aquella ciudad, su amiga se había convertido en su hermana, ella había sido su
paño de lágrimas cuando tenía algún problema o se llenaba de melancolía por
estar lejos de su familia y quien le alegraba el día con sus ocurrencias, quien
mejor que ella, que conocía como una radiografía su relación con Esteban y que
había sido testigo de cuanto se amaban.
Después de
darle el último adiós a Big, como ella le decía de cariño, lo único que quería
era salir de aquella ciudad, irse lejos, todo le recordaba a él, los parques
donde llevaban a jugar a sus hijos, el malecón por el que habían caminado
tantas veces tomados de la mano; hasta respirar el aire salino de esa ciudad
hacía que su pecho doliera justo donde había estado su corazón que ahora no era
más que un montón de pedazos inservibles
que ella no sabía cómo volver a unir y arreglar.
Su familia se
encargó de todas sus cosas y las de sus hijos, sabía que su partida sería un
golpe más para su suegra pero no podía pensar en ella, el dolor era tan grande que
sentía que estaba a punto de volverse loca.
Cuando Iveth fue al hotel a
suplicarle que no se marchara, que no se llevara con ella al único recuerdo que
le quedaba de su hijo, sus nietos, Beatriz pudo ver en su rostro cuanto le
afectaba su decisión, pero ella no soportaría quedarse en esa ciudad, eso sería
su perdición. Así fue como hizo un pacto
con ella y le prometió que enviaría a sus hijos todo el fin de semana, cada quince días, para
que pasaran juntos.
Cuando salió
de Manta, supo realmente que nunca volvería a ver al hombre que había amado con su vida entregándose por completo, que no volvería a escuchar su voz, ni a sentir sus besos,
sus abrazos y en ese momento fue cuando colapsó.
Estuvo casi 3
meses como una zombi, deambulando por el
departamento de su hermano, llorando en los rincones o simplemente pasaba días
enteros sin levantarse de la cama, no podía vivir, no quería vivir, el dolor
era tan insoportable que prefería pasar dopada a ser consciente de su
realidad.
Hasta que un día, las palabras
de Abigail, su hermanita, al fin
alcanzaron sus neuronas, tenía 2 hermosos hijos que aunque ya eran
adolescentes, la necesitaban y ella debía luchar contra ese dolor por ellos, así
que decidió luchar para salir adelante juntos.
Pero tendría que vivir un día a la vez.
Poco a poco
fue dejando las pastillas y sus ataques de ansiedad empezaron a ser menos frecuentes, el
psicólogo le recomendó que hiciera algo que ella amara hacer desde antes de conocer a Esteban como terapia, y
llegó a la conclusión que lo que más amaba había sido bailar, un tiempo lo
había hecho de manera profesional pero por circunstancias de la vida tuvo que
dejarlo. Así que Jesús, su hermano, consiguió que un gimnasio, que estaba cerca
del departamento, le alquilara la sala de aeróbicos 3 veces por semana a las 5 de la mañana para que ella se
desahogara bailando antes de que todo el mundo llegara. Esa fue su ancla, lo que realmente la sacó a
flote de aquel mar de aflicción en el que se estaba hundiendo.
Abi, movió sus
contactos y le ayudó a conseguir un trabajo
en una consultora de selección de personal, como secretaria multifuncional,
ella era la que hacía de todo, desde servir café hasta realizar informes preliminares
sobre procesos menores; pero su trabajo le encantaba y realmente lo realizaba a
conciencia, sabía que por lo pronto no podía aspirar a más, a pesar de tener su
título en Psicología Industrial nunca lo
ejerció, prefirió dedicarse a su familia a tiempo completo, aunque tenía claro
que no quería estar mucho tiempo en ese puesto, era consciente de su capacidad
y sabía que si se esforzaba podría ascender a un puesto mejor, tampoco tenía la
presión de un sueldo para poder mantener a sus hijos, ya que en eso Esteban
había sido muy precavido, y tenía varias pólizas de vida, así que al morir él,
ella se había convertido en una viuda con una pequeña fortuna, pero sin
pensarlo dos veces cambiaría todo ese dinero por tenerlo todavía a su lado.
Al poco tiempo
de empezar a trabajar, Jesús decidió
irse a España a buscar inspiración y le dejó el departamento a su disposición,
el lugar era muy cómodo, tenía 3 dormitorios con sus respectivos baños, una hermosa cocina tipo americano con desayunador junto al comedor, la sala era pequeña y muy acogedora, pero lo mas impresionante era la vista, de donde miraras podías ver casi todo Quito y de fondo el
majestuoso Cotopaxi en todo su esplendor, realmente su hermano había tenido muy buen gusto al comprar ese lugar.
El sonido del celular la sacó
de sus recuerdos, fue a su habitación a cogerlo y vio en la pantalla que era su
hermanita, Abigail.
- Aló -contestó mientras terminaba de dar los últimos toques a la comida-
- Hermani…… - la voz de su hermana era dulce-
- Hola preciosa como estás – siempre le alegraba escucharla -
- Aquí despertando, anoche estuve en el after party del desfile y ni te imaginas a quien conocí........
- A quién????
- A Prince Royce!!!!!!!! - a voz en cuello-
- _Beatriz tuvo que alejarse el celular del oído de lo fuerte que gritó su hermana- Hay si como no…. - dijo ella incrédula-
- Si, sis (diminutivo de sister) casi me dá un ataque en pleno salón, pensé que estaba soñando, pero no realmente era él. –estaba eufórica de la emoción -
- No te olvidaste de pedirle mi autógrafo verdad????? - A Beatriz le encantaba Prince Royce tanto o más que a su hermana-
- Mmmmm……. -Abigail se quedó en silencio-
- Abi….. -con tono amenazante-
- No, no se lo pedí…… pero conseguí algo mucho mejor… - con tono engreído -
- Qué????? -preguntó expectante-
- Me propuso salir en su próximo video, así que de aquí viajo para Miami….
- En serio?????? Es espectacular sis -su tono era melancólico- realmente se alegraba por su hermana, pero la extrañaba mucho y quería verla. A pesar de que Abigail ya tenía sus muy 30 años y conocía casi todo el mundo, para ella siempre iba a ser su pequeña hermana.
- Bi, estás bien?? -le preguntó con tono preocupado-
- _Beatriz respiró profundo- Si preciosa no te preocupes, solo estoy un poco resfriada pero ya estoy tomando medicina.
- Bueno sis, tengo que colgar, debo arreglarme porque tengo una cena para finiquitar lo del contrato y todo eso.
- Ok preciosa, cuídate mucho.
- Salúdame a los pekes y dales un beso y un abrazo inmenso.
- Así lo haré, otro para ti sis.
Se quedó mirando a la comida que ya estaba
terminada. Realmente su familia había
sido su soporte en todo esto. No hubiera podido salir adelante sin ellos.
Miró la hora, debía arreglarse si
quería llegar a tiempo a recoger a los mellizos al aeropuerto, se puso unos
jeans, una blusa blanca de cuello de tortuga y balerinas, se miró al espejo; y le gustaba lo que veía, a pesar de no llevar maquillaje, sus ojos verde aceituna, ahora hinchados por
el resfrío, sus facciones finas y sus labios de un tamaño perfecto, ni
muy gruesos ni muy finos pero muy bien
definidos eran un conjunto muy agradable a la vista. Su cuerpo no era el de una modelo , por favor, había tenido 2 hijos, y mellizos, nunca había hecho una dieta, pero tenía sus curvas muy bien puestas; el baile
la tenía en muy buena forma, se sonrió a si misma al espejo, tomó su cartera y
fue a encontrarse con sus chicos.
Después de una cena llena de anécdotas
y en la que sus hijos le contaron como estaba la familia de Esteban en la
costa, todos se fueron a sus habitaciones; los chicos a desempacar y arreglar
sus cosas para el colegio y Beatriz a escribir el mail a su querido hermano y
dejar todo listo para el inicio de semana.
comensando el año me gusta que bea este mejor ya quiero masy mas felicidades sonia
ResponderBorrarAsí es Rosa, Bea está superando poco a poco su pérdida.
BorrarUn beso guerrera
Me gusta muchooooo que buen comienzo de año exitos...
ResponderBorrarGracias Rosmery y lo que se viene va a estar mejor!!!!
BorrarUn beso guerrera
hola Sonia ,me gustó mucho el capítulo , ya empezamos a entender que pasó y el porque de las cosas , es triste cada vez me recuerda la vida de mi amiga la que te dije ,
ResponderBorrarte puedo pedir que pongas la letra mas grande por favor ,
Rosi, es que esta es la realidad de muchas mujeres que han perdido al amor de su vida de una forma trágica.
BorrarMe alegro que te haya gustado, déjame ver que puedo hacer con respecto a la letra.
Un beso guerrera
Que tristeza lo de Bea! Bueno como dicen Dios hizo un dia tras otro. Poco a poco saldra de su tristeza. No nos hagas esperar el encuentro. Me esta gustando. Besos!!! Hasta el proximo.
ResponderBorrarSi Damaris, pero necesitabamos conocer esto de ella para poder entenderla. El encuentro no está muy cerca pero tampoco tan lejos.
ResponderBorrarUn beso guerrera